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Thursday, 22 de January de 2004

 

Envalentonado por sus éxitos con Bush

Kirchner se juega a un "Malvinazo" contra el FMI

   

Intenta generar una masiva convocatoria de apoyo a su gestión, proyectándose como el presidente con mayor poder en la historia del país.

   

(IAR-Noticias) 22En04 

En su guerra mediática contra los molinos de viento, el presidente Kirchner volvió a referirse ayer, durante un acto de campaña, a la deuda externa. "Los mismos que endeudaron la Nación, son los que dicen que hay que pagar", sostuvo ante unas dos mil personas en Tres de Febrero.

Fiel a su estilo de conseguir adhesión popular mediante los discursos, el presidente argentino señaló que la deuda es "terrible" y fue generada "por los atorrantes de acá y de afuera".

Avanzando un poco, el mandatario llamó a "dar definitivamente la batalla" por la deuda. Y criticó a quienes "dicen que la quita es una irrespetuosidad", en referencia a la propuesta argentina de quita del 75 por ciento a los acreedores privados con bonos en default.

Pasado el fervor proselitista las fuentes oficiales (previendo reacciones del establishment local e internacional) salieron a aclarar que los duros términos fueron dirigidos a los "fondos buitres".

De esta manera, y después de sus muestras afectuosas con el jefe del FMI y el presidente de EE.UU. en la cumbre de Monterrey, Kirchner volvió al lugar donde se siente más cómodo: jugar todo el día de "primer opositor" a EE.UU. y al FMI.

Las movidas de Kirchner confunden y enceguecen a la mayoría de la prensa oficial que opta por difundir sus discursos como una monotonía, sin agregar una sola coma ni señalar las contradicciones permanentes en que incurre el Presidente.

Hay como una suerte de "enamoramiento", una "luna de miel" interminable, de los periodistas asalariados que le trasmiten esa misma sensación a las mayorías que -sin contrainformación masiva- compran inocentemente el "fenómeno Kirchner".

La misma izquierda -salvo contadas excepciones- , los medios alternativos, las organizaciones "progresistas", se cuidan de "criticar" a Kirchner por miedo a ir contra la opinión mayoritaria, o quedar pegados a la "actitud fascista" de desestabilizar al presidente sin darle tiempo de mostrar lo que puede hacer.

Líderes de izquierda con presencia en los medios, como el caso de luis Zamora, por ejemplo, se "han borrado" o esquivan puntillosamente aparecer comprometidos con críticas a Kirchner por temor a perder credibilidad o quedar como "golpistas".

Esta ausencia casi total de voces opositoras -algo que nunca sucedió con ningún presidente- deja expedito el camino a Kirchner para  hacer sus operaciones mediáticas de captación de consenso, actualizando día a día su falsa pelea con el establishment.

Los políticos, sin distinción de partidos, fieles a sus negocios  y a sus  trenzas parlamentarias con el gobierno de turno, se han acogido a las mieles de la era K, durante cuyo ciclo han terminado  de  renacer de las cenizas a que los había condenado el cacerolazo de diciembre del 2001.

Es como el cuento del rey desnudo, nadie lo ve a Kirchner, y al que se atreve a criticarlo lo despedazan como si fuera un subversivo.

Lo de la Argentina es unánime: la mayoría compró a Kirchner como el "presidente de la expectativa".

A nadie le importa saber -ni indagar- porqué el Presidente amenaza a EE.UU. y al FMI y luego cumple sumisamente con el programa económico, paga la deuda, no aumenta salarios y acepta los ajustes que las entidades multilaterales le exigen para contar con la seguridad de pago.

Lo de Kirchner está a la vista, pero nadie lo mira.

La verdadera gestión de Kirchner, su obra de ocho meses, está en los números del presupuesto 2004, en los compromisos que firmó con el FMI, en las leyes favorables a los bancos y transnacionales que legisló el Congreso, que denotan concretamente una clara continuidad del modelo económico que rige desde la década del 90 en la Argentina.

La misma ceguera que tuvieron con Alfonsín, Menem, De La Rúa, ahora la repiten con un Kirchner potenciado desde el discurso mediático y que -según parece- anuló en la mayoría la capacidad cerebral de procesamiento y síntesis de los datos de la realidad.

Esta situación permite a Kirchner y los suyos moverse como pez en el agua en búsqueda de su objetivo: la acumulación continua de poder político, y el control hegemónico del aparato administrativo del Estado colonial argentino.

El Malvinazo

Lo venimos advirtiendo: Kirchner y su entorno, envalentonados por la ausencia de oposición y por las encuestas se están jugando a generar un "Malvinazo" nacional contra la deuda externa y el FMI.

La idea rondó desde el principio por sus cabezas: generar una situación de tensión extrema con el FMI y luego convocar -valiéndose  como siempre de la complicidad de los medios- a una gran movilización nacional en su apoyo contando con adhesión mayoritaria, incluso de los partidos de izquierda.

Desde el comienzo de su gestión el actual mandatario y su entorno se habían propuesto revertir la imagen de "presidente débil", con que había asumido, tornándola por su contrario: el Súper K que se enfrenta a los "malos de la película" representados colectivamente por el FMI y los acreedores.

 

El plan buscaba instalar a Kirchner como un presidente "ejecutivo",  que cumple lo que dice y "no transa" con ningún poder que lo quiera condicionar, método que, por la ceguera masiva expuesta más arriba, le dio brillantes resultados hasta ahora.

 

El Presidente y sus íntimos fueron "testeando" cada jugada mediática, y lo que más calzó en su objetivo es la "guerra contra el FMI", despojada, atomizada, del verdadero poder que está detrás del FMI: los bancos y la transnacionales que son los beneficiarios directos de los ocho meses de gestión de Kirchner.

 

Esta ambivalencia de amenazar al FMI pero no tocar al "verdadero poder" que está detrás de él, les dio aire en Washington para seguir con su estrategia de construir poder en base a "criticar con la izquierda, y arreglar con la derecha".

 

En Washington -salvo los anticastristas que lo ven como "marxista"- los funcionarios de alto rango lo ven a Kirchner como un loquito demagogo que -mientras pague deuda y no aumente salarios- no representa ningún peligro cierto para el Imperio.

 

Hasta ahora Kirchner mantuvo -según los representantes de la derecha económica argentina- un "saludable equilibrio" entre sus "amenazas" al establishment económico y al FMI, y su ejecución a rajatabla del programa acordado con el FMI que culminó con un ajuste de 4.500 millones de pesos en el presupuesto 2004.

 

Si bien la derecha argentina manifiesta conformidad explícita con la política económica del Gobierno, en lo político e ideológico rechaza los lineamientos de su política exterior, particularmente en lo referente a Cuba y Venezuela.

 

Esta situación es un reflejo de lo que pasa en Washington donde los sectores "anticastristas", que tienen como sus representantes más destacados a Otto Reich y al propio Subsecretario Noriega, hacen lobby permanente en contra del gobierno de Kirchner a quien consideran "procastrista" y "prochavista".

 

Como resumen puede decirse que los bancos y trasnacionales agrupados en el Council Of Américas "toleran" a Kirchner por la simple razón de que éste -más allá de su estudiada "confrontación mediática" para el marketing electoral- en lo substancial ha cumplido con el programa que el capitalismo norteamericano tiene previsto para la Argentina.

 

La ambivalencia y el doble discurso del presidente argentino fueron siempre funcionales a los objetivos políticos de la administración republicana, que incluso lo llegó a utilizar contra el capitalismo europeo durante las negociaciones del acuerdo con el FMI, el año pasado.

 

Bush -según fuentes próximas- suele decir que le gusta el "estilo y las bromas" de Kirchner, al que deja decir todo lo quiere sabiendo que después le prodiga sonrisas y poses amistosas ante las cámaras de la televisión internacional.

 

Los exabruptos de Kirchner, sus guerras mediáticas, más allá  de espantar la ideología estratificada de los halcones y los anticastristas, no molesta seriamente el ánimo ni los intereses de los capitalistas norteamericanos satisfechos con su gestión de la economía.

 

Pero lo que parecía un lecho de rosas hasta ahora, no es tal, y los bancos de Wall Street que están detrás de la deuda privada argentina comienzan a presionar a la administración de Washington para que obligue al gobierno argentino a pagar la deuda privada sin quitas ni dilaciones.

 

Esta semana la organización que agrupa a las principales entidades financieras de Nueva York y de Europa salió a criticar severamente al FMI calificándolo de "débil" por no obligar al gobierno argentino a cumplir con las normativas que se exige a los demás países.

 

Si Kirchner decidiera hacerse el loquito -todo indica que lo hará- y no arreglar con los acreedores como lo exige el FMI y el Tesoro norteamericano, a Bush y a la Casa Blanca se les tornaría difícil mantenerlo con vida política.

 

Todo presidente cipayo que ocupó la Rosada siempre supo que hay dos cosas con las que no se bromea: el pago de la deuda y el aumento de salario a los trabajadores.

 

Si se aumentan salarios y jubilaciones se distrae el dinero destinado a "cumplir con la obligaciones externas", o sea con los bancos y el Tesoro norteamericano que se llevan todo el PBI de la Argentina.

 

Si se cumple esa regla, hay posibilidad de flotar en el sillón hasta el fin  del período presidencial.

 

Kirchner -en un desafio al demonio- avanza cada vez más hacia una "malvinización mediática" de sus posturas demagógicas contra la deuda externa y el FMI, y la absoluta ausencia de críticas y de oposición interna le hacen creer que va por  terreno seguro.

 

En la intimidad Kirchner, agrandado por el final feliz que tuvieron sus anteriores aventuras, piensa que puede cumplir sus dos objetivos de máxima: sobrevivir indemne a una guerra de largo aliento con el FMI y conseguir un aval mayoritario a su gestión como no lo tuvo ningún presidente, incluso el propio Perón. 

 

Por otra parte, los "globos de ensayo" lanzados por  Kirchner hasta ahora le demostraron que vastos sectores de la sociedad argentina, principalmente los sectores medios, pueden perfectamente entrar en el "malvinazo" contra las instituciones financieras del Imperio, creyendo que se trata del inocente cacerolazo contra De La Rúa,  promovido por Duhalde y los sectores del PJ que querían  voltearlo.

 

Y entre los aprendices de brujo de su entorno ronda una ambición de vieja data: lograr que Kirchner adquiera  dimensión y estatura de "liderazgo continental", superando incluso a la de Chávez, teniendo en cuenta la importancia estratégica de la Argentina en el cono sur.

 

Es muy probable que en los próximos días -y conforme se profundice la pelea con el FMI- Kirchner y su entorno lancen alguna propuesta de "consulta popular" sobre el pago de la deuda y el FMI.

 

Ese plebiscito -que ya está motorizado en la idea del grupo presidencial- se constituiría en la punta lanza de la gran movilización en  apoyo del gobierno que tienen planeada desde que asumieron.

 

Ese es el tablero y así están planteadas las jugadas.

 

Lo demás lo dirán los acontecimientos que se avecinan.


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