(IAR-Noticias) 20En04 Por Fernando Echandía
Wladimir Ilich Lenín
tenía una frase que resume en sí misma el "fenómeno social" kirchneriano:
"la
estupidez es lo más difícil de combatir".
Kirchner asumió hace
siete meses con el 22% de los votos y portando el valor agregado de ser "el
candidato de Duhalde".
Y el agregado tenía razón: antes de que Duhalde
lo apadrinara
Kirchner sólo medía 5% en intención de voto, y el único que se encargaba de
difundir sus discursos "incendiarios" era el canal Crónica TV, cobrándole un
"módico precio" por cada aparición.
Cuando el hoy Presidente -de la mano de Duhalde- se "enganchó" a la precandidatura por el PJ, la farándula
mediática argentina lo bautizó como el "Chirolita de Duhalde".
Marcelo Tinelli, Mario Pergolini, y otros tantos reducidores de cerebro de
la TV argentina, se mofaban del candidato "tuerto" al que llamaban "Tristán",
por su parecido con un cómico del mismo nombre.
La farándula
periodística seguía la misma "ruta de apreciación" que su homónima, la
farándula mediática: decían -off the récord- que el "Tuerto" no "iba a andar",
que le "faltaba carisma" y que no calentaba ni a la mujer.
Públicamente, tanto los analistas "progres" como los de "derecha" coincidían en su apreciación
del candidato. Los "progres" (tipo Página 12 y Clarín) sostenían que a
Kirchner "le faltaba llegada a la sociedad", y que Duhalde se había "equivocado"
poniéndole la ficha a su candidatura.
Los de la "derecha" (tipo
Julio Ramos, Hadad y La Nación) sostenían que con el "Tuerto" avanzaban los
"montoneros de la década del 70". Todas sus editoriales y noticias daban
cuenta del "peligro marxista" que entrañaba una posible presidencia de
Kirchner.
El presidente interino por
ese entonces, Eduardo Duhalde, pasó por alto la "onda negativa" que generaba
Kirchner en la prensa, y se dedicó a hacer lo que "tenía que hacer" para
torcerle la mano al destino.
Empezó por la "locomotora
de la información": el Grupo Clarín, propietario de Canal 13, Clarín, TN
Noticias, Radio Mitre, y su red de enlaces por todo el país. "Si no estás
en Clarín, no existís", sintetizan los que saben.
Los operadores duhaldistas
(con la "caja" del Gobierno en sus manos) arreglaron con la estructura gerencial
del Grupo Clarín una cobertura "más positiva" para el candidato
patagónico, que consistió en colocar en portada mediciones que mostraban al
"Tuerto" al tope de las encuestas electorales.
El otro paso
complementario -muy inteligente, por cierto- fue situarlo a Kirchner como la
barrera de contención contra el "peligro Menem" que avanzaba
rápidamente en las mediciones de intención de voto.
Los sectores medios
(paranoicos como siempre) compraron el "peligro Menem"
recreado masivamente por el multimedios del Grupo Clarín y todo el engranaje de
la prensa local, televisión, radios y revistas, que "rebotaban" la
información lanzada en tapa por el diario Clarín.
Duhalde, el "Petiso
bolichero de Lomas de Zamora", como lo llaman los que le quitan
estatura y "entidad de
estadista", logró de esta manera "vencer al destino" y colocarlo al "Tuerto" en
el podio de la Fórmula 1.
El resultante: si Carlos
Menem no se hubiera bajado de su candidatura durante el ballotage, Néstor
Kirchner hubiera triunfado por más del 75% de los sufragios.
La clase media argentina,
así como eligió a Videla y los militares en el 76, a Alfonsín en el 83, a Menem
en el 90, a De La Rúa en el 99, ahora ponía su "voto esperanza" en un nuevo
predestinado: Néstor Kirchner, convertido en "el Presidente de todos los argentinos".
Lo sucedido desde entonces
está inscripto en el libro, por ahora abierto, del "milagro Kirchner".
Tinelli y Pergolini,
instigadores masivos del "cholulismo argentino", dejaron de llamarle "Chirolita
de Duhalde" y se refieren a él llamándolo "Presidente Kirchner",
o "Presidente K".
Comerciantes de la farándula del "humor", al fin, arreglaron -a buen precio-
para no convertirlo en blanco de sus escarnios "chistosos".
A la farándula mediática
argentina -como lo sintetizó la Revista Noticias- le agarró un ataque de "oficialitis"
de difícil pronóstico.
De "Tristán",
Kirchner pasó a
ser el "Zorro de la Patagonia" (Página 12). Del "Chirolita de Duhalde" pasó a
ser un "Presidente racional" (Ambito Financiero). De "Tuerto" pasó a ser
el Presidente que "ve como nadie el futuro" (La Nación).
En el periodismo argentino
de la era K se cayeron las contradicciones ideológicas: ni "progres" ni
"derechistas", kirchneristas.
Kirchner -a decir de un
analista veterano- los puso a todos donde siempre debieron estar: juntos.
El oficialismo
monolítico de Página 12 y la "oposición" inventada de Clarín, coinciden con La Nación, Infobae y Ambito
Financiero en tratarlo a Kirchner como el "presidente de la "expectativa".
Las radios, las revistas y los noticieros televisivos siguen su ejemplo.
Para los medios de la
derecha tipo diario La Nación, Kirchner ya no es un montonero "marxista": ahora es "un
Presidente
con vocación nacional".
Para los medios
"progresistas" ya no es un tipo que "no llega a la gente": ahora es el
Presidente que "está en boca de todos".
¿Y qué produjo semejante
metamorfosis? ¿ Qué hizo Kirchner de novedoso que no hicieron los otros?
Una posible teoría:
Kirchner es re-divertido.
Sus
frentes de batalla
pueden combinar en un mismo ring, por separado o
conjuntamente,
a los piqueteros, los sindicalistas del Pami, los militares jubilados, los
jueces corruptos, con el presidente de la Nación
imperial más poderosa de la historia:
George W Bush, a quién
le vaticinó que le iba a ganar por
nocaut.
Las peleas
mediáticas de K son memorables.
Sus
tácticas son calcadas,
casi de manual: amenaza, critica, "aprieta" mediáticamente, y luego negocia lo
que más le conviene a su imagen y a su proyecto político de "quedarse con
todo".
En eso, es un típico
peronista que hace de la política el "arte de lo posible".
Al FMI le dice de
todo, amenaza con no pagar "con el hambre del pueblo", y después paga
puntillosamente,
se saluda amistosamente con su jefe, sonriente, dicharachero, y como si nada
hubiera pasado.
Con Bush, un
"sionista cristiano" construido con la tuercas de Robocop, inventa peleas y
después bromea y le saca sonrisas frente a las cámaras de la televisión
internacional.
Es tan gracioso que
puede arrancarle una sonrisa hasta a las piedras, o sea a
W
Bush.
Pero la máxima
perfomance la cumplió con el presidente del Uruguay,
Jorge Batlle,
"el campeón de maltratar a los argentinos",
como lo acaba de bautizar otro personaje de historieta de la Casa Rosada: el
ministro del Interior, Aníbal Fernández.
Batlle es el
mismo que dijo que "los argentinos son toda una manga de ladrones" y
después se disculpó llorando ante la
cámaras y pidiendo
perdón en nombre de su mamá que "era argentina", según sus propia palabras.
El presidente
uruguayo es un personaje menor, una especie de
boy
scout
de los gusanos anticastristas de Miami que lo utilizan como "caballo de troya"
para cualquier movida que quieran realizar en el cono sur.
El
fabuloso Súper K,
asesorado por su entorno de "progresistas", lo acaba de convertir en el
"gran protector de los violadores de derechos humanos" en el Uruguay.
Eso motivó los
titulares
sobre la "tensa relación con el
país fronterizo" con que los medios empezaron a
entretener a la opinión pública "kirchnerizada"
durante las última horas.
¿Y cuál es el
chiste?
El mismo
Súper K
que acusa al
presidente uruguayo
de
proteger a los represores,
es el mismo que, en Monterrey,
acaba de posar sonriendo y divertido en una foto con el jefe de la
potencia que envió y protegió a todas las dictaduras militares en el cono sur:
O sea el presidente del Imperio, el excelentísimo y progresista George W.
Bush.
Otro chiste
magnífico del increíble Super K.
En eso no difiere de su asesor
en jefe sobre asuntos de "derechos humanos", Horacio Verbiztky , para el
cuál una cosa es la CIA de Videla y Pinochet, y otra cosa es la CIA de la
Fundación Ford que financia sus servicios en el CELS.
De ese tribunal de ética de la
Nación nacieron los mejores chistes Kirchner.
Por ejemplo,
Fuera de su histrionismo para consumo mediático
Kirchner es un tipo serio, para un "país en serio"
como la Argentina.
Está haciendo lo mismo que hicieron los que lo
precedieron: aplica a rajatabla el programa exigido por el FMI, compensa a los
bancos, paga la deuda con reservas, piensa transferirle las empresas
privatizadas a grupos estadounidenses, y practica el mismo "alineamiento
automático" que ejercitaron los otros gerentes de Washington que ocuparon La
Rosada.
¿Y cuál
es el chiste?
Qué a
Kirchner los medios y la gente que mira
televisión lo
toman en serio.
Kirchner, quién calza casi
perfecto en la horma del "chanta argentino", movilizó al inconciente colectivo
detrás de su proyecto personal convertido de la noche a la mañana
en el "renacer de la justicia y de la dignidad de los argentinos".
Los medios masivos de
comunicación, soldados del Imperio más peligrosos que los mismos militares,
vendieron su discurso de cotillón como si fuera una dulce e interminable
borrachera de "justicia social".
De
"Chirolita"
a Súper K, un túnel del tiempo
en cuyo final nos encontramos con la
frase de Vladimir Ilich Lenin:
la estupidez es lo más difícil de combatir.
Sobre todo en la Argentina de
K.
|